Uno de los temas que más controversia causa en el mundo del ejercicio físico es el acondicionamiento y entrenamiento de la musculatura abdominal, pues se trata de una musculatura sujeta a diferentes mitos populares, potenciados por la publicidad televisiva. Por esta razón, se han convertido en los ejercicios que mayor revisión y estudio han sufrido en los últimos años.
Realmente, el mayor interés que han despertado estos músculos viene determinado por factores estéticos y profilácticos (como tratamiento del dolor lumbar), principalmente en la rehabilitación de lesiones de la columna lumbar y como componente de programas de ejercicio para la salud. El papel preventivo de problemas lumbares es muy importante, pero si se trabaja en base a ejercicios abdominales desaconsejados se producen más daños que beneficios.
Como consecuencia del éxito que tiene este grupo muscular, se han diseñado multitud de ejercicios para su fortalecimiento, a los que se ha dado un mal uso. Es alarmante observar cómo en la actualidad se siguen ejercitando los músculos abdominales, en la mayoría de los casos, de forma inapropiada.
Muchos profesionales de la actividad física y el deporte incluyen aún ejercicios abdominales desaconsejados en sus sesiones. Errores de aplicación que nacen del desconocimiento de la verdadera función y utilidad de estos músculos, junto con la creencia impropia de que cierta tensión sobre alguna zona corporal es indicativa de una realización eficaz del ejercicio. Para saber qué ejercicio deben elegir y cómo se lleva a cabo, hay que entender primero qué músculos se utilizan y la función que desempeñan.
Ante todo, debe clasificarse la necesidad del desarrollo de los músculos abdominales y del estiramiento de sus antagonistas (extensores lumbares), con frecuencia contraídos y acortados, evitando así una descompensación de fuerzas y un aumento de la lordosis lumbar.
La razón de atender a un fortalecimiento abdominal se basa en que los bajos niveles de fuerza muscular abdominal tienen una fuerte asociación con la incidencia de dolor lumbar. Una buena fuerza y resistencia abdominal, junto a una correcta elasticidad de la columna lumbar e isquiotibiales puede reducir el riesgo de sufrir dolor lumbar en el futuro. La idea clave se establece en base a que puede producirse algún daño en ciertos tejidos por el hecho de realizar ejercicios abdominales desaconsejados, especialmente a través de cargas compresivas en la columna lumbar. La ejecución de abdominales desaconsejados conduce o ayuda a la aparición de lesiones lumbares, provocando deformidad postural y dolor. Por esta razón, hay que eliminar estos ejercicios y diseñar otros que satisfagan las necesidades, sin comportar ningún efecto nocivo.
Fundamentos de la cinética abdominal:
Desde el decúbito supino, los abdominales tienen la capacidad de elevar los hombros unos 30 ó 40 grados. Cualquier movimiento por encima de esta angulación no puede ser obra de los músculos abdominales, sólo supone escaparse del rango de movimiento que éstos protagonizan.
La contracción dinámica de los músculos abdominales ocurre sólo en unos 30 grados o un tercio desde la horizontal. Después de estos grados se produce una contracción dinámica de los músculos flexores de cadera y los abdominales se contraen de forma isométrica.
Para potenciar de forma correcta y exclusiva los músculos abdominales, los movimientos más adecuados son aquellos que producen una flexión de tronco lenta y controlada. Además, un ritmo rápido supone una mayor posibilidad de producir una flexión exagerada y brusca de la zona cervical, y un aprovechamiento de la inercia.
Siempre hay que cuidar que el movimiento se inicie en la columna vertebral (ligera flexión) sin que la articulación coxofemoral se mueva. Debe quedar claro que los flexores del tronco no cruzan la articulación de la cadera y, por tanto, no pueden contribuir a moverla.
Son muchos y diferentes los ejercicios que se han usado para fortalecer los músculos abdominales, algunos de los cuales necesitan ser discutidos seriamente.
Los ejercicios de elevación de tronco completa con piernas extendidas o mínimamente flexionadas y la elevación de ambas piernas con rodillas extendidas, que son usados con frecuencia y muy populares entre la población, se han eliminado de los programas de salud porque:

     a) El músculo psoas-ilíaco y otros flexores de cadera asumen un rol en estos ejercicios.
     b) Los problemas de columna lumbar pueden intensificarse por tal aumento de actividad de los flexores de cadera.

Durante la ejecución de estos ejercicios, la acción del psoas sobre las vértebras lumbares provoca una hiperextensión en la columna lumbar (el músculo ilíaco también contribuye a la hiperextensión lumbar, por incrementar la anteversión pélvica). Es necesario ofrecer otra serie de ejercicios. Así pues, lo primero que se ha de tener en cuenta es que una buena musculatura abdominal permitirá estabilizar la zona lumbar y así evitar la hiperextensión causada por la acción de los flexores de la cadera.
La debilidad de los músculos abdominales sigue siendo uno de los mayores problemas en lo referente al equilibrio muscular, porque disminuye la capacidad de apoyar la columna vertebral cuando se levanta peso. El desequilibrio entre la actividad de los músculos paravertebrales y abdominales puede ser causa de dolor lumbar en personas que no realizan ejercicios de compensación adecuada. Para evitarlo es necesario realizar ejercicios de potenciación de la musculatura abdominal y paravertebral, y lograr un correcto equilibrio entre ambos grupos musculares antagónicos. De no ser así, una serie de procesos no deseables pueden ocurrir.
Por todas estas razones, se debe intentar realizar los ejercicios abdominales evitando la lordosis y buscando el máximo trabajo agonista del recto anterior del abdomen, y el mínimo trabajo agonista del psoas iliaco. Es decir, ejercicios donde la flexión de la columna vertebral sea la característica prioritaria, y la flexión de cadera sea la característica mínima.
Se debe tener en cuenta que para evitar la activación de los flexores de cadera hay que flexionar la cadera y apoyar los pies. Flexionando las piernas, bascula la pelvis y disminuye la lordosis lumbar, con lo que los ejercicios son más adecuados.