El entrenamiento con EEM
Lo primero que se debe hacer es seleccionar
adecuadamente el programa de EEM. Esto se hace en función de los objetivos de
mejora deportiva que pretendamos lograr y en base al deporte que practiquemos,
es decir, no potenciar incontroladamente ciertas capacidades que nos limiten el
desarrollo de las que realmente nos interesan.
Los principios del entrenamiento con EEM son los
mismos que en la planificación del entrenamiento de la fuerza con métodos
tradicionales: acondicionamiento físico general – hipertrofia – fuerza máxima –
fuerza resistencia. Aunque debemos tener en cuenta una serie de consideraciones
en base a las ventajas y a las limitaciones de este método de entrenamiento:
– La contracción muscular se produce de una manera
inducida o indirecta, por lo que la intervención del SNC y de las estructuras
del aparato locomotor se ve muy limitada. En la práctica deportiva todas las
acciones musculares van a ser producidas por la intervención del SNC así como
en unas determinadas condiciones, recorridos, ángulos, etc. Propios de ese
deporte. Por otra parte, en un movimiento deportivo, un músculo no se contrae y
produce una fuerza por sí solo, sino en sinergia con otros grupos musculares
provocando el movimiento de varias articulaciones en cadena cinética.
– Las sesiones con EEM no pueden, por sí solas,
sustituir totalmente el entrenamiento, pero sí formar una parte importante de
él debido a que ningún otro método puede estimular un número tan grande de
fibras y provocar con ello, selectivamente, un aumento tan grande de las
cualidades relacionadas con la fuerza. Es por ello que, en la actualidad,
muchos de los grandes deportistas introducen de alguna manera las sesiones con
EEM dentro de sus programas de entrenamiento.
Estructura del entrenamiento
Para programar adecuadamente una sesión de
entrenamiento con EEM, primeramente debemos definir los objetivos que queremos
lograr en ella, siempre en función de las necesidades propias del atleta. Una
vez analizados estos objetivos, debemos definir las capacidades musculares que
nos conviene entrenar. La duración y la intensidad de la sesión deben ajustarse
a las condiciones psicofísicas del deportista, haciendo que la programación del
entrenamiento sea lo más individual posible. Aun así, la duración de las
sesiones que viene programada en la mayoría de los mejores aparatos que hay en
el mercado, se ajusta a casi todos los requerimientos. La intensidad, por el
contrario, debe manipularse adecuadamente y de una manera progresiva, tanto en
la sesión como en la planificación de todo el entrenamiento.
Una sesión debe iniciarse siempre con un
calentamiento, primero general y luego específico. El calentamiento específico
viene ya predeterminado con todos los programas que comprenden todos los
aparatos de EEM. La duración de éste oscila entre 5 y 10 minutos. Tras el
calentamiento viene la sesión de trabajo específica, con una duración que puede
ir entre 30 y 50 minutos. Y, finalmente, la recuperación activa (siempre en una
posición relajada), de 5 a 10 minutos más.
Algo muy importante que no deberíamos pasar por alto
para aumentar la eficacia del entrenamiento es, tras la sesión de EEM, realizar
una transferencia mediante ejercicios dinámicos voluntarios específicos del
deporte al que nos dedicamos, es decir, correr, pedalear, nadar, saltar, etc.
En cuanto a la frecuencia de entrenamiento lo más
adecuado serían unas dos sesiones por semana (refiriéndonos a deportes en los
que el factor fuerza sea predominante), haciéndolas coincidir con los días en
los que programamos las más altas intensidades de entrenamiento.
Métodos de entrenamiento
En cuanto a los métodos de entrenamiento con EEM
podemos hablar de las sesiones de solo electroestimulación y de las sesiones
combinadas. Las primeras, es decir, cuando trabajamos solo y exclusivamente con
el electroestimulador, son más aconsejables para la recuperación funcional tras
una lesión, lograr un tono muscular básico, recuperación activa, etc.
A la hora de comenzar las contracciones musculares es
importante saber que debemos fijar la/s articulación/es que cruza el músculo
que vamos a trabajar, impidiendo el máximo acortamiento muscular, ya que con
ello evitaremos dolores musculares y articulares. Por ejemplo, si vamos a
trabajar los cuadriceps debemos permanecer en posición sentada con las rodillas
flexionadas 90º y las piernas bloqueadas a la altura de los tobillos.
La otra forma de trabajar es combinar la
electroestimulación con movimientos naturales con o sin carga externa (por
ejemplo realizar sentadillas al tiempo que la EEM). Esta forma de entrenamiento
favorece el uso de intensidades (miliamperios) más altas, incrementando, por
tanto, el porcentaje de fibras musculares reclutadas. Por otra parte, así
también limitamos el riesgo de que el músculo trabajado alcance una condición
de máximo acortamiento, lo cual podría provocar la aparición de calambres
musculares y contracturas.
Conclusiones
Está claramente demostrado que la electroestimulación
muscular mejora el desarrollo de la fuerza específica de un músculo mejor que
cualquier otro método tradicional, ayuda en la recuperación muscular
post-esfuerzo y es un elemento indispensable en la terapia de muchas lesiones.
Por todo esto es bastante frecuente su uso dentro de los métodos de
entrenamiento de casi todos los deportes. Pero debemos entender la utilización
de la EEM como un método más dentro de nuestra planificación, como un apoyo al
desarrollo de las capacidades musculares junto con los métodos dinámicos más
tradicionales. Utilizando solamente la EEM dentro de nuestro entrenamiento de
potenciación muscular conseguiríamos un desarrollo analítico de ésta, pero no
funcional, y recordad que en la mayor parte de los deportes el rendimiento
aumenta debido al desarrollo y ejecución simultánea de varias capacidades
físicas y psíquicas, las cuales debemos entrenar en función de las necesidades
que tengamos y con el objetivo de lograr una sincronía final de unas con otras.